NI SIQUIERA SOMOS SÓLIDOS 🤦‍♀️

¿Crees que eres sólido? ¿Piensas que todo lo que ves es realmente como tú lo ves?
no somos solidos, somos huecos

¿Por qué aceptamos algo como real? Pues porque los sentidos (vista, oído, tacto, gusto y olfato) nos dan información acerca de una realidad que creemos indiscutible.

Pero las cosas no son lo que parecen. Ya en su día la ciencia desmontó teorías que en  se consideraban verdades incuestionables, como que la Tierra era plana o que era el sol el que giraba alrededor de nuestro planeta.

La ciencia ha seguido su avance y demostrando que nuestros sentidos siguen estando equivocados. Ahora le toca el turno a la materia.

La física cuántica dice que NO SOMOS SÓLIDOS; ni nosotros ni nada de lo que vemos o percibimos en el Universo.

Estos descubrimientos comenzaron casi al principio del siglo pasado, entre 1910 y 1920; una nueva generación de científicos fueron los primeros en desarrollar una de las ramas principales de la física, y uno de los más grandes avances para el conocimiento que explica el comportamiento de la energía y de la materia: la Física Cuántica.

Con la ayuda de nuevos y potentes microscopios se pudo profundizar en el estudio de la célula. Así, se observó que las células están formadas por átomos, y los átomos a su vez por partículas subatómicas.

Su sorpresa tuvo que ser enorme al descubrir que cada átomo es en un 99,99% es espacio vacío. Sí, casi huecos.

¿Qué significa esto? Pues que si toda la materia está formada por átomos y están casi totalmente vacíos… todo lo que vemos, el Universo y nosotros mismos ¡ESTÁ PRÁCTICAMENTE VACÍO! ¡NO SOMOS COMPACTOS!

Al parecer, lo que ocurre cuando tocamos algo, a alguien, o a nosotros mismos y nos da esa impresión de solidez, es que los electrones de una parte que toca respecto a la otra, desarrollan una especie de carga energética y apartan a los otros electrones antes de que se llegue el contacto. Es decir, es como una especie de corriente eléctrica la que produce la sensación de contacto.

Entonces, ¿qué es lo que somos? ¿De qué estamos realmente compuestos?

Pues ese 99,99% de lo que se supondría espacio vacío es ENERGÍA PURANo se trata de “ausencia de materia” sin más. Esa “ausencia de materia” es energía inteligente. Es más, es energía vibratoria en la que las partículas subatómicas aparecen y desaparecen (no se sabe de donde vienen y a donde van) en una trayectoria de momento imposible de predecir. Así que el hecho de que somos Energía está más que demostrado.

No te preocupes si tu cabeza no es capaz de procesar toda esta nueva información. A los científicos les ocurre lo mismo. Y es que a cada paso que dan intentando desvelar los misterios de la vida, descubren que se abre un nuevo mundo de posibilidades.

Lo que a nosotros nos interesa son las conclusiones a las que nos llevan estos nuevos conceptos.

La primera es comprender que el mundo no es como creemos percibir, que lo que vemos es un “engaño o percepción distorsionante de nuestros sentidos”.

¡Qué somos UNO! Sí, el Universo y todo lo que vemos está compuesto de Energía que se interrelaciona continuamente y en todas las dimensiones. Si no existe la solidez de la materia, ¡NO HAY LÍMITES QUE NOS SEPAREN DEL RESTO DE LA CREACIÓN!

También que todo es INTELIGENCIA, y que esa Inteligencia que rige el Universo es exactamente la que tenemos en nuestro interior. Somos Poderosos, ni siquiera nos imaginamos cuánto.

Es bueno dejar de ver el mundo como un conjunto de entidades sólidas e independientes, ya que lo sólido apenas se puede transformar; pero la Energía sí.

Nuestras células tienen inteligencia propia. Nuestras células escuchan cada uno de nuestros pensamientos y tienen memoria. Incluso memoria prenatal. Esto no lo digo yo, lo dice la ciencia.

Entonces… ¿Qué son los pensamientos? ¿Influyen o no en nuestro cuerpo y en el resto de las cosas? ¿Qué ocurre si los cambiamos?

Por favor, escribe cualquier opinión o tema que quieras comentar al final de la página. Me encantaría saber el efecto que te ha causado este artículo. Muchas gracias.


NO SOMOS QUIENES CREEMOS SER.

 Cuando nacimos éramos perfectos, prácticamente limpios de cualquier idea sobre nosotros mismos, la vida y el mundo al que acabábamos de llegar. Todo era nuevo, sorprendente, y todos los días desde entonces fuimos acumulando información sobre las cosas, y almacenando experiencias. ¡Qué maravilla estar tan limpio y receptivo!



Allí estaba nuestra familia, cuidándonos y ocupándose de todas nuestras necesidades.



De ellos aprendimos casi todo lo necesario para sobrevivir y para vivir. Pero también cosas negativas que nos han marcado de por vida y que dicen mucho sobre nuestra forma de afrontar ahora cada día.



Y es que cuando somos niños nuestra mente es como una grabadora, sobre todo hasta los seis años de edad.



De pequeños nos creemos todo lo que oímos decir a los adultos, sobre nosotros mismos y sobre el mundo en general. Como no tenemos criterio propio al ser tan pequeños, damos por cierto todo lo que oímos y nos lo creemos al dedillo.



Oímos a nuestros padres, hermanos mayores, abuelos y profesores infinidad de cosas buenas. Pero también recibimos mensajes muy negativos que haremos propios, y que condicionaran nuestro futuro.



Por ejemplo, si un niño oye decir a sus padres que la vida es dura y que hay que trabajar mucho para conseguir llegar a fin de mes, el pequeño creerá que esa es una verdad indiscutible. De adulto, si no cambia conscientemente ese pensamiento, seguirá creyendo lo mismo, y casi seguro que se verá repitiendo las mismas palabras y creyéndolas ideas propias.



Si el niño oye a sus padres decir que los ricos no son gente honrada, eso creerá con bastante seguridad cuando se haga mayor. Y el adulto, inconscientemente, no querrá ser rico para no ser alguien despreciable.



También están los mensajes que oímos sobre nosotros mismos. Si oyes decir a tu padre que eres muy torpe, desordenado, que pareces tonto, que deberías ser el mejor de la clase para que tus padres estén orgullosos de ti, o que si no estudias no llegarás a nada en la vida. O que una mujer que no se casa y tiene hijos no vale nada, ¿Qué pensamientos crees que vas a tener de adulto?



Tu mente ha grabado esas ideas y se convierten en tu forma de pensar. Si ellos, a los que querías imitar, pensaban así, no podían estar equivocados.



Aunque muchos conceptos sí los has ido cambiando a lo largo de tu vida, muchos otros no.



En el caso anterior, esa persona crecerá pensando que es torpe, desordenada, tonta, que nadie le va a querer sino triunfa, y que no puede tener un buen trabajo porque no ha completado sus estudios, por ejemplo.



Y que sepas, ya te lo explicaré con detalle, que lo que piensas de ti mismo y de la vida da como resultado lo que ahora eres, sientes, tienes y vives.



Piénsalo bien. Escribe una lista de las cosas que piensas de ti mismo y del mundo. Luego intenta recordar si de pequeño alguien de tu entorno te dijo que eras así, o que la vida era de esa manera. Descubrirás que la mayoría de tus pensamientos y creencias son heredados.



Nuestros pensamientos son objetos poderosos que traen como resultado la vida que vivimos. Son importantes imanes y no sólo ideas.



¡No somos quienes creemos ser! Al menos en parte. En realidad es lo que nos han dicho que somos, no la verdad. Y sólo era el modo de vernos y de ver la vida de nuestros educadores.



No lo hicieron por mal, casi con total seguridad. Ellos también fueron niños y grabaron esos mensajes en su mente según la opinión de los adultos que les rodeaban.



Piensa incluso en el modo en el que te enfrentas a tus problemas. Ahora que has leído esto recuerda lo que hace o hacía tu madre cuando se presentaba un problema. ¿Le daba una gran importancia, se deprimía y decía que la vida era horrible o culpaba a los demás?



¿Y tu padre? ¿Bebía, se ponía violento o chillaba a todos?



¿Qué haces tú cuando te sientes mal?



Sólo son ejemplos, y no tiene porque ser tu caso. Pero… ¿Cómo reaccionas tú ante los problemas que aparecen o tienes en tu vida?



Entiende que hemos APRENDIDO a vernos y a ver las cosas como nos han enseñado. Ya habrás comprendido de dónde salen muchos de tus pensamientos y creencias.



Pero la buena noticia es que sólo son IDEAS. Y las ideas se pueden cambiar y transformar tu vida para siempre.



Piensa en todo esto. Lo primero es empezar a observar tus pensamientos y buscarles un origen. Entonces sabrás que ese conjunto de creencias no eres tú.



Tú eres mucho más que eso, y con tu mente podrás transformar toda tu existencia.



¿No te sientes ahora un poco menos culpable de verte así y más libre para cambiar? Comentame lo que piensas sobre este tema, tienes un espacio al final de la página.



 




OLVIDAR EL PASADO


¿No puedes olvidar "aquello" que te ocurrió?
¿Le das mil vueltas en tu cabeza y sigues sufriendo por ello?
















Nos gustaría olvidar el
pasado, pero no somos capaces. Su recuerdo condiciona casi todos los días de
nuestra existencia, atormentándonos, impidiéndonos disfrutar de la vida.
Sufrimos una y otra vez con el recuerdo de aquello que ojalá nunca hubiésemos
vivido. Es como si nuestra mente “pasase” una y otra vez la misma película, la
historia de un pasado que nos marcó para siempre.





Sabemos que el pasado no
existe, como tampoco existe el futuro. Y que sólo tenemos el presente. Lo
sabemos, lo entendemos, pero nuestra mente parece no asimilarlo y vuelve a
reproducir continuamente la misma película. Es bueno entender que no es culpa
nuestra, ese es el modo en el que trabaja la mente de casi todo el mundo. Es un
engaño de nuestro “ego” que nos impide ser conscientes del “ahora”.





Pero tenemos que ponerle
freno a este terrible mal. No seremos libres ni felices mientras sigamos
sufriendo por algo que ya no existe y que jamás volverá. Estamos cargados de
odio, rencor, culpa, ira y sentimos autocompasión. No podemos olvidar a los que
nos hicieron “aquello” en el pasado, incluso aunque ya ni siquiera estén vivos.





En cambio, lo más triste
de todo es que sólo nos perjudicamos a nosotros mismos, que sólo nosotros
sufrimos. Muchas veces las personas que nos hicieron sufrir ni siquiera piensan
en ello de vez en cuando, y mucho menos imaginan todo el odio y rencor que les
guardamos. O ni siquiera les importa, vete tú a saber.





Es horrible que esto sea
así. Pero peor es comprender que cada vez que recordamos aquel momento o
momentos del pasado, los únicos que sufrimos somos nosotros.





¿Vamos a seguir
consintiendo eso? ¿No hemos sufrido ya demasiado? Recordar y revivir el pasado
una y otra vez es un castigo terrible para nuestro cuerpo, mente y espíritu. ¡A
nadie más le importa o perjudica!





Tenemos que decirnos…
¡BASTA!





Debemos de comprender que
nuestro cuerpo no sabe distinguir si lo que estamos pensando está ocurriendo realmente
o sólo está en nuestra mente. Al recordar los hechos traumáticos de nuestro
pasado, nuestro cuerpo vuelve a experimentar toda aquella tensión, odio, miedo,
ira… como si estuviese ocurriendo de nuevo. Se activan los mismos músculos, se
producen idénticas reacciones químicas,… Es terrible lo que nos hacemos al
desconocer estos procesos.





De hecho, ni nos podemos
imaginar la cantidad de enfermedades (incluido el cáncer) que traen como
resultado los pensamientos y emociones negativas. Un resentimiento prolongado
(o miedo, ira, autocompasión) enferma el cuerpo. Seguro.





Es tan injusto que además
de haber sufrido en el pasado en manos de otros, ahora, aunque sea sin
pretenderlo, seamos nosotros los que nos hacemos un daño incalculable. Estamos
sufriendo y enfermándonos, perdiéndonos vivir el presente con plenitud… por
algo que sólo ocurrió una vez (aunque fuese durante mucho tiempo).





Además, aunque no pretendo
justificar a nadie, tenemos que ver las cosas desde la perspectiva de los
adultos que ahora somos. Es terrible lo que nos hicieron sufrir, pero… ¿Acaso
nosotros no habremos herido, aunque sea un poco, a otras personas? ¿Habrá
en algún lugar alguien que recuerda a diario un daño que les hayamos causado?
Reflexionemos sobre ello...





Sea o no sea así,
entendamos que las personas a veces cometemos errores y que nos equivocamos.
Que todos somos víctimas a veces, y otras, verdugos. Y que hay personas que no
saben nada del amor ni de la vida, que están enfermas de odio o egoísmo.
Personas equivocadas que muchas veces reaccionan así porque están llenas de ira
por lo que otros les hicieron a ellos en su propio pasado.





De cualquier modo, ahora tenemos
que preocuparnos de sanar nuestras emociones. Y aunque la idea de perdonar nos
resulte insoportable, es lo único que puede liberarnos del dolor del pasado.
Perdonar no es algo que tenemos que hacer por los demás, sino que nosotros seremos los únicos beneficiados.





Tú eres el que se sentirá
libre si sabes perdonar. Tú eres el que mantendrá o recuperará su salud. Hay
que poner el pasado en su sitio. Tenemos un presente, y un futuro que se define
con nuestro modo de pensar en el presente. Y somos los únicos dueños de
nuestros pensamientos.





No dejes que los malos
recuerdos del pasado y el rencor estropeen el resto de tu vida.
HAZLO POR TI, YA HAS SUFRIDO
BASTANTE.





Un abrazo. Xeles
Fraga











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opinión o vivencia en la zona de comentarios (más abajo). Todos nos
beneficiamos y puede ayudar a otras personas.
 



COMPAÑERA DE VIAJE

Espero no molestar a nadie con lo que voy a escribir, y mucho menos resultar macabra.

muerte, compañera de viaje, vivir el presente

Puede parecer, y quizás lo sea, un modo algo brusco de tomar conciencia. Pero creo que no es momento de andar con delicadezas. Necesitamos ver la vida desde nuevos puntos de vista, de otras formas que pocas veces nos paramos a pensar. En el artículo anterior, “EL MILAGRO DE LA VIDA”, intentaba que comprendiésemos el tremendo milagro que es nuestro cuerpo y la existencia en general, y el modo en el que despreciamos un don tan valioso.

Ahora vamos a ver la vida desde la perspectiva de la muerte, aunque parezca una ironía. Todos sabemos que la muerte es parte de la vida. Y a casi todo el mundo le produce terror pensar en elloEs indiferente que seas ateo, musulmán o cristiano. O que seas un convencido de la reencarnación. De cualquier modo, el momento de la muerte marca un evidente antes y después. Comprendemos que ni nuestro cuerpo ni nuestra mente permanecerán cuando ya no estemos presentes.

Y de nada habrán servido todos esos Pensamientos y Sentimientos Destructivos, la necesidad de poseer a otra persona, el apego a lo material, los complejos, el rencor, los celos ni las frustraciones. ¿A dónde irán cuando llegue nuestro momento?

Cuando muere un ser querido, un conocido, o vemos en la televisión un accidente o una catástrofe con un alto pago en vidas humanas, todos pensamos en lo mismo: ¡Qué corta puede ser la vida! ¡Hay que disfrutar y vivir el momento! Somos conscientes de que la vida puede terminar en cualquier instante y entonces… ¡La pena es que ese pensamiento tan lleno de sabiduría sólo lo mantengamos unos momentos en nuestro interior! Después volvemos a preocuparnos del día a día, olvidándonos de la valiosa lección que comprendimos durante un instante.

En cambio, ese sólo pensamiento, repetido a menudo, puede transformar totalmente nuestra relación con el mundo y con los demás. Después de todo, eso es lo que hay, al menos de un modo básico.

La Muerte, si la dejásemos hablar, nos susurraría al oído constantemente: “Vive el momento, el aquí y ahora. No dejes cabos sueltos, nada que te guste hacer por realizar, resuelve esas relaciones que tu orgullo no te permite tener, dile a esas personas cuánto las quieres… Disfruta de esa maravilla que es tu vida, y cuando yo vaya a tu encuentro te sentirás agradecido por haber vivido.”

Nada es permanente, esa es la verdadera lección. Y a la vez, todo es transformable.

Quizás sea el momento de Escuchar a la Muerte y comprender que, al fin y al cabo, Nada es tan Importante. Que nuestra vida, esa planta que se ha dejado a nuestro cuidado, es nuestro único encargo. Nos conviene hacer todo lo posible porque luzca orgullosa y feliz, alejándola de plagas y de la oscuridad. Sólo somos responsables de nosotros mismos, y nos debemos una Felicidad Auténtica, independiente de lo que piensen los demás o de lo que nos diga la sociedad que tenemos que ser.

Yo soy yo, no el que dices tú que soy o que debería ser.

Ni nuestro Nacimiento ni la Muerte nos dicen cómo vivir, cómo ser, qué hacer. Nos dan libertad absoluta. Una página pone nuestra fecha de llegada, y la otra, no se sabe cuántas páginas después, pone “fin”. Nosotros escribimos nuestra historia en un mar de páginas en blanco.

La Vida no te juzga ¡No lo hagas tú! El futuro nace ahora, y la idea de la muerte nos ayudará desde ya a comprender que nada debe de ser tan poderoso como para arrebatarnos la alegría de vivir. ¡Qué no tenga que llegar el inevitable momento para valorar nuestra existencia!

La Vida nos considera a todos igual de dignos de vivirla, y la muerte deja muy claro que nadie es mejor ni peor que nadie. La próxima vez que pienses que eres peor o mejor que alguien, piensa en la muerte y verás que no es así Para la Vida y la Muerte todos somos iguales. Nuestro cuerpo por dentro funciona más o menos igual en todos nosotros. La Vida y la Muerte te consideran tan valioso a ti como a esas personas a las que tanto te gustaría parecerte. Por algo será, ¿no crees?

Como beneficio añadido, cuando llegue nuestra hora, nos sentiremos más auténticos y preparados para ella, pues habremos comprendido parte de sus lecciones.

¡Siempre estamos a tiempo de aprender a vivir y de ser felices! 

Que no tengamos que lamentarnos, igual que el genial Borges, cuando escribió estas amargas palabras: “He cometido el mayor pecado que un hombre puede cometer. No he sido feliz”. Él ya no, pero nosotros todavía estamos a tiempo.

"Para encontrar gusto a la vida, no hay como morirse".


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