EJERCICIOS
DE ACENTUACIÓN GRATIS Y CON SOLUCIONES PARA OPOSICIONES (GUARDIA
CIVIL, POLICÍA
NACIONAL,
POLICÍA LOCAL, BOMBEROS...)
para imprimir o realizar online.
EJERCICIOS
DE ACENTUACIÓN PARA OPOSICIONES 4
A
este texto le hemos eliminado todas las tildes. En un texto sencillo
y algo repetitivo, pero extenso, que te ayudará a comprobar dónde
sueles tener más dudas o dificultades, y a adquirir soltura.
Acentúa
las palabras que así lo requieran, anotándolas, y comprueba si has
cometido algún error en el ejercicio de acentuación corregido que
verás a continuación ¡Suerte!
TEXTO
No
supo cuanto tiempo habia pasado cuando volvio en si. Pero entonces el
mundo era un remanso de amor, y estaba frente a su cama un anciano
monumental, con una andadura de plantigrado y una sonrisa sedante,
que con dos pases maestros le devolvio la dicha de vivir. Era el
director del sanatorio.
Antes
de decirle nada, sin saludarlo siquiera, Maria le pidio un
cigarrillo. El se lo dio encendido, y le regalo el paquete casi
lleno. Maria no pudo reprimir el llanto.
-
Aprovecha ahora para llorar cuanto quieras -le dijo el medico, con
voz adormecedora-. No hay mejor remedio que las lagrimas.
Maria
se desahogo sin pudor, como nunca logro hacerlo con sus amantes
casuales en los tedios de despues del amor. Mientras la oia, el
medico la peinaba con los dedos, le arreglaba la almohada para que
respirara mejor, la guiaba por el laberinto de su incertidumbre con
una sabiduria y una dulzura que ella no había soñado jamas. Era,
por primera vez en su vida, el prodigio de ser comprendida por un
hombre que la escuchaba con toda el alma sin esperar la recompensa de
acostarse con ella. Al cabo de una hora larga, desahogada a fondo, le
pidio autorizacion para hablarle por telefono a su marido.
El
medico se incorporo con toda la majestad de su rango. "Todavia
no, reina", le dijo, dandole en la mejilla la palmadita más
tierna que habia sentido nunca. "Todo se hara a su tiempo".
Le hizo desde la puerta una bendicion episcopal, y desaparecio para
siempre.
-
Confía en mi -le dijo.
Esa
misma tarde Maria fue inscrita en el asilo con un numero de serie, y
con un comentario superficial sobre el enigma de su procedencia y las
dudas sobre su identidad. Al margen quedo una calificacion escrita de
puño y letra del director: agitada.
Tal
como Maria lo habia previsto, el marido salio de su modesto
apartamento del barrio de Horta con media hora de retraso para
cumplir los tres compromisos. Era la primera vez que ella no llegaba
a tiempo en casi dos años de una union libre bien concertada, y el
entendio el retraso por la ferocidad de las lluvias que asolaron la
provincia aquel fin de semana. Antes de salir dejo un mensaje clavado
en la puerta con el itinerario de la noche.
(…)
De
regreso a casa en la camioneta adaptada para las funciones publicas
vio el esplendor de la primavera en las palmeras del Paseo de Gracia,
y lo estremecio el pensamiento aciago de como podía ser la ciudad
sin Maria. La ultima esperanza se desvanecio cuando encontro su
recado todavia prendido en la puerta. Estaba tan contrariado, que se
le olvido darle la comida al gato.
(…)
Era
un hombre de caracter raro y con una torpeza social irremediable,
pero el tacto y la gracia que le hacian falta le sobraban a Maria.
EJERCICIOS
DE ACENTUACIÓN PARA OPOSICIONES 4
SOLUCIONES:
TEXTO CORREGIDO
No
supo cuánto tiempo había pasado
cuando volvió en sí.
Pero entonces el mundo era un remanso de amor, y estaba frente a su
cama un anciano monumental, con una andadura de plantígrado y
una sonrisa sedante, que con dos pases maestros le devolvió la
dicha de vivir. Era el director del sanatorio.
Antes
de decirle nada, sin saludarlo siquiera, María le pidió un
cigarrillo. Él se lo dio encendido, y le regaló el
paquete casi lleno. María no pudo reprimir el
llanto.
-
Aprovecha ahora para llorar cuanto quieras -le dijo el médico,
con voz adormecedora-. No hay mejor remedio que las lágrimas.
María se desahogó sin
pudor, como nunca logró hacerlo con sus amantes
casuales en los tedios de después del amor.
Mientras la oía, el médico la peinaba
con los dedos, le arreglaba la almohada para que respirara mejor, la
guiaba por el laberinto de su incertidumbre con una sabiduría y
una dulzura que ella no había soñado jamás.
Era, por primera vez en su vida, el prodigio de ser comprendida por
un hombre que la escuchaba con toda el alma sin esperar la recompensa
de acostarse con ella. Al cabo de una hora larga, desahogada a fondo,
le pidió autorización para hablarle
por teléfono a su marido.
El médico se
incorporo con toda la majestad de su rango. "Todavía no,
reina", le dijo, dándole en la mejilla la
palmadita más tierna que había sentido
nunca. "Todo se hará a su tiempo". Le
hizo desde la puerta una bendición episcopal,
y desapareció para siempre.
- Confía en mí -le
dijo.
Esa
misma tarde María fue inscrita en el asilo con
un número de serie, y con un comentario superficial
sobre el enigma de su procedencia y las dudas sobre su identidad. Al
margen quedó una calificación escrita
de puño y letra del director: agitada.
Tal
como María lo había previsto, el
marido salió de su modesto apartamento del barrio
de Horta con media hora de retraso para cumplir los tres compromisos.
Era la primera vez que ella no llegaba a tiempo en casi dos años de
una unión libre bien concertada, y él entendió el
retraso por la ferocidad de las lluvias que asolaron la provincia
aquel fin de semana. Antes de salir dejó un mensaje
clavado en la puerta con el itinerario de la noche.
(…)
De
regreso a casa en la camioneta adaptada para las
funciones públicas vio el esplendor de la primavera
en las palmeras del Paseo de Gracia, y lo estremeció el
pensamiento aciago de cómo podía ser
la ciudad sin María. La última esperanza
se desvaneció cuando encontró su
recado todavía prendido en la puerta. Estaba tan
contrariado, que se le olvidó darle la comida al
gato.
(…)
Era
un hombre de carácter raro
y con una torpeza social irremediable, pero el tacto y la gracia que
le hacían falta
le sobraban a María.