Básicamente, el narcisismo consiste en un desmedido amor a uno mismo. Como consecuencia de ello, la persona narcisista provoca que todo gire a su alrededor. Sólo le interesan (de un modo constante y desmedido) sus propios deseos, necesidades, gustos e ideas. En cambio, el narcisista muestra un total desinterés hacia los demás y sus circunstancias.
Según algunos expertos en psiquiatría (como Andrew P. Morrison, profesor de la Facultad de Medicina de Harvard), un cierto grado de narcisismo “sano” en un adulto, puede ser aceptable en el sentido de anteponer las necesidades propias a las de los demás. Pero, si el narcisismo es elevado, adquiere sentido negativo y se convierte en patológico, considerándose un trastorno serio de la personalidad.
Si se presenta en un grado elevado, la persona narcisista siente indiferencia por las circunstancias o problemas ajenos. Suele ignorar a los demás a menos que influyan de algún modo en sus intereses, o el trato con ellos le sirva para poder introducir o comentar algo sobre sí mismo o su vida. El problema radica en que el narcisista tiene trastornada la visión de la realidad.
El narcisista no suele tener conciencia de lo que le ocurre, cree que su actitud es normal y le sorprende que alguien pueda tachar de egoísta su postura o conducta. Sólo los que le rodean son conscientes del problema que sufre, y además tienen que soportar “lo maravilloso que es” o “lo bien que hace todo lo que hace”. Sobrevalora todo lo que tiene que ver consigo mismo.
Pero que todo esto no nos llame a engaño. Aunque pueda parecer una persona segurísima de sí misma, con una autoestima muy elevada y con objetivos claros y definidos, ¡el narcisista carece de autoestima! De hecho, esa inseguridad que sufre la intenta compensar con un comportamiento de autovaloración “inflada”.
El término narcisismo proviene del mito del hermoso Narciso, joven que al observar su propia imagen reflejada en las aguas de una fuente, se enamora de sí mismo.
Según las últimas estadísticas, la mayoría de los casos diagnosticados de narcisismo patológico corresponden a varones (entre un 55 y un 75%).
El narcisista busca a todas luces ser admirado y fascinar a los demás. Pero en cambio le es imposible sentir afecto por otra persona, y mucho menos darlo. Es por ello, que algunas veces se ha relacionado el narcisismo con el “donjuanismo” y con algunos trastornos de tipo histérico.
¿CUÁNDO LA PERSONALIDAD NARCISITA SE CONVIERTE EN UN TRASTORNO?
- Exige a los que le rodean una atención y admiración excesiva.
- Carece totalmente de empatía.
- Explota o intentar explotar a los demás.
- El narcisista piensa que es muy importante y especial. Considera que los que le rodean son inferiores, y que sólo puede ser comprendido y valorado por otras personas o instituciones “especiales” o de alto nivel, y normalmente fuera de su alcance. Él pertenece a otra “categoría”.
- Se pone metas muy altas de éxito, amor o poder, creando unas fantasías en su mente que sorprenden por su falta de sentido de la realidad.
- Soberbia, arrogancia, envidia… suelen ser rasgos sobresalientes en el narcisista.
- Cree que los demás le envidian (y eso es lo que desea, claro está).
Es difícil que una persona narcisista cambie, porque no desea hacerlo. Pero si no queda más remedio que convivir con alguien así, lo mejor es fijar unos límites de convivencia: No consientas que te responsabilice de sus errores, aprende a decir que no a sus manipulaciones, y sólo reconócele las cosa que sí hace bien (no todas de las que presume).
Lo ideal sería convencer a la persona afectada para que acudiese a un psicólogo, aunque no es tarea fácil. Los narcisistas suelen aceptar muy mal el fracaso. Quizás, aprovechando esa circunstancia, seamos capaces de convencerle de la conveniencia de ayuda profesional. Los trastornos de personalidad tienen cura, aunque el proceso no suele ser rápido.
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